Los indicadores pueden ser clasificados de acuerdo con el mecanismo de control para el cual obtienen información del sistema. Así, los indicadores pueden ser de eficiencia, si se enfocan en el control de los recursos o las entradas del sistema; o de eficacia, si se enfocan al control de los resultados del sistema.
Llegados a este punto quizás sea útil aclarar la diferencia entre estos dos términos. Así, la norma ISO 9000:2000, en su apartado 3.2. Términos relativos a la gestión, define ambos conceptos como:
Eficiencia: Relación entre el resultado alcanzado y los recursos utilizados.
Es decir, el término eficacia evalúa la relación entre los recursos utilizados en el proceso y su grado de aprovechamiento por parte de las actividades del proceso, mientras que la eficiencia evalúa la relación entre la salida del sistema y el valor esperado (objetivo) del sistema. Existen además indicadores de efectividad, que son el resultado del logro de la eficiencia y de la eficacia.
Como ejemplo para aclarar estos conceptos podría valer el siguiente; “matar moscas a cañonazos”.
Este es un proceso verdaderamente eficaz, pues siempre se consigue el objetivo. En cambio no resulta eficiente, pues los recursos utilizados son demasiado elevados.
Utilizando un spray insecticida convencional se consigue el mismo objetivo (quizás con algo menos de eficacia según el tipo concreto), y además los recursos utilizados tienen un coste mucho menor. Si además se tienen en cuenta los efectos secundarios ocasionados, que al fin y al cabo también pueden incurrir en costes adicionales, se puede concluir que este segundo modo de matar moscas es mucho más eficiente y sigue siendo eficaz.