Todos los productos y servicios elaborados, administrados, consumidos o utilizados por el ser humano deben ser adecuados para proporcionar un uso seguro en cuanto a sus dimensiones, formas, cantidades, elementos incorporados en su fabricación y fenómenos físicos utilizados para su adecuado funcionamiento.
Existen instituciones internacionales que definen estos parámetros de acuerdo al sector en el cuál estos productos y servicios se utilizan.
Una norma es por definición un «documento establecido por consenso y aprobado por un organismo reconocido, que provee, para el uso común y repetitivo, reglas, directrices o características para actividades o, sus resultados dirigido a alcanzar el nivel óptimo de orden en un concepto dado» [ISO/IEC Guía 2:1996]
Las normas fueron creadas, en un principio, como respuesta a la necesidad de documentar procedimientos eficaces de procesos tecnológicos y más tarde se comercializaron para utilizarlas en procedimientos administrativos. Su desarrolló se generó a través del campo de la ingeniería.
Las tecnologías desarrolladas por el ser humano a lo largo de la historia fueron utilizadas en un principio a niveles regionales, pero cuando éstas empezaron a ser utilizadas fuera de su lugar de origen no resultaban compatibles con las tecnologías existentes en otros países.
A partir de entonces se crearon organizaciones regionales, nacionales y luego internacionales, formando una jerarquía bien definida, que determinaron qué características concretas debían poseer los equipos para que estos pudieran ser utilizados en cualquier parte del mundo sin problemas.
Estos organismos internacionales elaboran series de normas que son revisadas periódicamente y se comprueban de acuerdo con las tecnologías de producción y medición utilizadas para asegurar que son válidas.