Posteriormente, el representante de gerencia junto con el responsable de gestión de calidad celebraron distintas reuniones con cada uno de los responsables de los procesos seleccionados para determinar cuáles serían los parámetros del proceso que mejor pudieran reflejar el buen funcionamiento del mismo.
Una vez determinados los parámetros a evaluar, se buscaron indicadores que reflejaran aquellas dimensiones teniendo en cuenta la facilidad de su medición, recopilación, registro y análisis posterior.
La opinión de los responsables de cada uno de los procesos fue primordial para establecer estos indicadores. En la mayoría de los casos, nadie mejor que ellos conoce cuáles son los indicadores óptimos para los procesos que manejan y conocen a la perfección las ventajas e inconvenientes de cada uno de los indicadores planteados. Por ello, todos los indicadores fueron aprobados por consenso con los responsables de los procesos.
En la mayoría de los casos se prefirió aprovechar las incidencias registradas mediante el procedimiento de Gestión de Incidencias, para deducir el estado de funcionamiento de los procesos. Esto ahorraría tiempo y recursos, además de reflejar fielmente el funcionamiento general de la empresa y concretamente, de los procesos del sistema.
Durante la reunión se decidieron los parámetros e indicadores a controlar para cada uno de los procesos del sistema de gestión de calidad. (Ver Parámetros e indicadores de la empresa objeto).